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El colega Dr. Samuel Díaz Muñoz (biólogo evolutivo en la Universidad de
California, San Diego) escribió este interesantísimo artículo describiendo cómo
un grupo de científicos, incluyendo el boricua Dr. Manuel Leal, diseñaron y
completaron un experimento para determinar cómo la herencia de los padres y la
selección natural afectan la evolución del lagartijo Anolis sagrei al
establecerse en un medioambiente isleño nuevo.
Un lagartijo caribeño,
un huracán y un equipo de científicos―que incluye a un profesor boricua―se
juntaron para llevar a cabo un experimento que ayuda a descifrar una pregunta
fundamental sobre la evolución.
El proceso de evolución, definido como los cambios en la frecuencia de las características
genéticas de una población a través del tiempo, es un fenómeno claramente documentado. Más difícil ha sido establecer
la contribución de distintos mecanismos evolutivos a este proceso, pues son pocas las oportunidades en las que se puede observar la
evolución en acción bajo condiciones naturales. Por esto los científicos
muchas veces tienen que inferir los eventos que han dado paso a la evolución de
una especie.
En un estudio que
aprovechó una de estas raras oportunidades, el profesor puertorriqueño Manuel
Leal, de la Universidad de Duke, y sus colegas en las universidades de Harvard
y California en Davis, esclarecen el
rol de la selección natural y el efecto del fundador. Ambos procesos son medulares en las teorías evolutivas, particularmente
en la formación de poblaciones en islas como las de Puerto Rico.
Durante la selección
natural, los individuos cuyas características les confieren alguna ventaja
sobre otros miembros de la población tienden a producir más crías. Como las crías heredan las características favorables, éstas se
vuelven más frecuentes a lo largo de las generaciones, lo cual puede dar origen a una nueva adaptación y, eventualmente, hasta
una nueva especie.
También existen
procesos aleatorios que contribuyen a la evolución. Por ejemplo, si una
pareja de aves vuela a una isla remota y son los únicos habitantes de su
especie allí, las futuras generaciones van a heredar las características de esa
pareja fundadora, no porque tengan una ventaja adaptativa particular, si no
porque dio la casualidad que esa pareja fue la que llegó a la isla. Esto se conoce como el efecto del fundador.
Algunos científicos
argumentan que la selección natural eventualmente eliminará el efecto del
fundador, pues la selección natural favorecerá a los individuos cuyas
características les proveen una ventaja competitiva, “borrando” así el efecto
del fundador. Este debate continúa, pues es
muy difícil observar eventos de fundación según ocurren.
En el 2004, la alta
marejada del huracán Frances extinguió a los lagartijos Anolis sagrei (”primo”
de los que hay en Puerto Rico) de algunos cayos cercanos a la isla de Ábaco en
las Bahamas. Estas circunstancias, aunque trágicas para el lagartijo,
presentaron la oportunidad perfecta para examinar la contribución del efecto
del fundador y la selección natural.
Leal y sus colegas introdujeron una pareja de lagartijos, tomada al azar de una isla grande cercana, para colonizar cada uno de
siete cayos más pequeños. Esto asemeja a lo que naturalmente ocurre cuando el
paso de huracanes extingue poblaciones de los cayos y estos son repoblados por
individuos que llegan al azar por medio de vegetación flotante.
Estudios habían
revelado que para los lagartijos Anolis que viven en vegetación con ramas y
troncos anchos, el tipo más común en la isla grande, es una ventaja tener patas largas. Lo opuesto es cierto para los
lagartijos que viven en arbustos pequeños y de troncos finos, la vegetación que
es dominante en los cayos.
Con esto en mente los
científicos formularon su hipótesis: Inicialmente los lagartijos introducidos a los cayos deberían tener patas
de tamaño similar a la de los padres (el efecto del fundador). Sin embargo,
según pasaran las generaciones, la selección natural favorecería a los
individuos de patas más cortas, resultando en poblaciones con patas más cortas que la de los “padres
fundadores”.
Después de cuatro años
y muchas mediciones de patas de lagartijos, la hipótesis de los biólogos fue
apoyada: el largo promedio de las patas
de cada población era más corta que la de los individuos fundadores―evidencia de adaptación por selección natural. Sin embargo, el
efecto del fundador también dejó su huella; si la pareja fundadora de la población de un cayo era patilarga,
sus descendientes tenían patas más largas que los de una población fundada por
una pareja originalmente paticorta.
Este estudio,
publicado en la prestigiosa revista científica Science, demuestra que el efecto
del fundador es importante en poblaciones pequeñas y que persiste aún cuando la
selección natural amenaza con borrarlo. Aprovechando la geografía y
biodiversidad caribeña, este estudio
no sólo nos enseña sobre los fascinantes lagartijos, si no que nos provee una
ventana al proceso de evolución, en vivo y a todo color.
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